domingo, 18 de octubre de 2009

Pepinos Escazontes


Resulta ser la lengua cosa rara,
pues vas usando a veces dichos viejos,
seguro de algo siempre bien sabido,
e ingenuo caes raudo en la dichosa
palabra impepinable que traiciona...
“¡Espera, para! ¿qué es impepinable?”
“Primero”, digo,”es algo en trato estrecho,
según razono yo, con un pepino.
Si amable es quien se puede amar, entonces,
lo otro es todo cuanto pepinares:
será lo impepinable lo contrario,
aquello que difícil se pepina.”
Ufano admiro tal respuesta mía,
mas va mi contertulio y me pregunta:
“¿Y qué narices haces si pepinas?”
“Pensemos”, digo, “un rato en la hortaliza.
Es larga, lisa, leve, aunque maciza,
la mano a ella bien se adapta, creo,
y fuerte es su sabor por el extremo.
Teniendo en cuenta que eso es un pepino,
alargo, elevo y pongo ya maciza,
la cosa que pepino con esmero.
Si la hago amarga, en eso no me meto.”
“Pues bien”, responde, “claro ya lo veo:
será, me dices, algo impepinable
si corto, gacho y blando permanece,
por más que mis intentos lo incitaren
a huir de tal estado lamentable.”
¡Empéñense en el uso de la lengua,
acérquenla al pepino en fortaleza!


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